Subo por el Guadiana, me encuentro que la tarjeta sanitaria europea no ha llegado todavía el viernes y habría que esperar al lunes, mala fecha porque perdería la pleamar. El sábado 7 luce el sol, no hay viento y casi parece un día de primavera, así que me marcho..., y vaya, menos mal que salí con la pleamar. A medida que me acerco a la desembocadura del Guadiana, cada vez hay más ola hasta que me encuentro con una marejada. Según las sondas que ví me quedó claro que con esa mar y marea baja no habría pasado. Pongo rumbo hacia el cabo de Santa María, afortunadamente las olas vienen entre el través y la aleta, es ola vieja, seguramente originada en la zona del estrecho. La travesía es llevadera, el balanceo del barco resulta un poco pesado porque no he izado las velas, apenas hay viento y viene de popa. La única complicación es una marca cardinal que me señala que las aguas navegables están al Sur de por donde voy, y allí no veo nada particular, miro y remiro la sonda y la carta, nada que indique por qué hay que caer hacia el Sur. De todas maneras hago caso y a los cinco minutos llega la explicación: Un extenso campo de boyas de una piscifactoría que queda a estribor, de no ser por la marca me las habría encontrado de narices, porque son boyas como balones que no ves hasta que estás muy cerca. Sigo y hay algo que empieza a preocuparme, las olas son de dos metros, y el fondo es de unos cuarenta, ¿cómo serán cuando me acerque a la costa? Hay dos posibilidades, ir a puerto a Vilamoura o buscar refugio en la isla Culatra. En principio, lo mejor parece ir a Vilamoura, no está muy lejos, pero un vistazo a la carta muestra que la bocana está orientada hacia el SE, y la ola viene del SW, pienso que debe dar de lleno y posiblemente sea peligroso. En cambio, el canal de entrada al fondeadero de Culatra da más hacia el Sur, y decido acercarme. Por suerte, al llegar veo que el mar está un poco mejor, pero aún así, si amplias la foto te harás una idea de lo que ví a través de los prismáticos
Ya más cerca hubo una buena y una mala: La buena es que la bocana no estaba orientada en sentido transversal a la ola, y la mala es que era mucho más estrecha de lo que hubiera querido, pero estaba claro que se podía entrar aunque con mucha precaución. Ya en la bocana aceleré, me aproximé en diagonal a la ola, y entré,..., aquello me pareció el paraíso: era como si estuviera navegando en una piscina, y qué sorpresa, nada más pasar el canal parecía la Albufera de Valencia. Eché el ancla en el fondeadero más próximo (ya se hacía tarde para comer), y después a descansar al sol de Enero... Pero entonces oigo un ruido de motor cada vez más próximo.. , abro los ojos y veo un mercante que sube por el canal de Faro:
¿Cómo ha podido entrar?, ¿y con el oleaje que hay!!!? ¡Pero si a mí me ha faltado bocana! Sigue la tarde y va llegando la noche:
El domingo me acerco a Faro, a ver el fondeadero que indica la carta. Para que os hagáis una idea, es como si estás en la Albufera y te vas al puerto de Silla. El canal está dragado y balizado hasta el puerto comercial de Faro, unos cuatro Km.tierra adentro. Después, el canal se estrecha, y es fundamental seguir las balizas hasta el fondeadero, que resulta ser poco extenso y al completo. A lo lejos se ven palos de veleros en un puerto deportivo, pero no tengo información del calado, ni de por cuál de los canales hay que seguir, ya no hay balizas. Llamo por radio pero nadie contesta, enfilo el canal que me parece adecuado y veo que la sonda empieza a dar valores cada vez más bajos y peligrosos, es la pleamar: Si embarranco no hay remedio, así que doy media vuelta y vuelvo al fondeadero de Culatra.
El lunes amanece sobre la isla Culatra.
Entonces salgo a ver si me dan amarre en el puerto de Ollao, que sí viene en la guía náutica. Enfilo el canal (como quien dice que cojo el canal de Catarroja) y voy subiendo. No tengo fotos porque este canal no está dragado para mercantes, los bajos son movedizos y no siempre están donde señala la carta, o sea que hay que ir completamente atento a la sonda, la carta, las balizas oficiales y las oficiosas que han puesto los de allí para señalar los bajos. Es muy engañoso navegar en esta parte, porque en la pleamar se ve un espacio muy extenso, pero solo es navegable un canal, que a veces no llega a los veinte metros de ancho. La historia termina en que llamo al puerto, no me contestan, decido seguir el procedimiento que indica la guía (ir al muelle de espera y preguntar), me aproximo por un canal balizado en el que no tengo espacio ni para dar la vuelta, localizo visualmente espacio disponible para atracar..., y sale un marinero y me dice ¡Completo! Paro, doy marcha atrás hasta el puerto pesquero, doy la vuelta y salgo a mar. La travesía es tranquila, no hay viento, día primaveral y mar plana. Llego a Vilamoura a hora de comer.
¿Cómo ha podido entrar?, ¿y con el oleaje que hay!!!? ¡Pero si a mí me ha faltado bocana! Sigue la tarde y va llegando la noche:
El lunes amanece sobre la isla Culatra.
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